2 | El día de los sueños |
Faltaban cinco minutos para las 09.00 cuando llegaba con Pilar al restaurante, pero aún así no le extrañó ver a sus padres sentados ya a la mesa tomando un aperitivo. La puntualidad era una de las normas en la conducta del matrimonio Rivera, agudizada ahora con la edad, cuando les costaba cada vez más moverse en el coche o encontrar una dirección en una ciudad que cambiaba tanto y preferían llegar a sus escasas citas con tranquilidad evitando cualquier sobresalto del camino.
Viéndoles allí sentados, enfrascados en su charla íntima en voz baja, sintió una enorme ternura por aquellos padres que habían sido un absoluto referente en su vida y con quienes quería compartir su reciente éxito antes que con nadie. ...
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