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Complicidad: felicidad con los demás
«Una personalidad armoniosa se proyecta hacia el exterior», dice Russell1. El ser humano, en su plenitud, está concebido para trascender de sí mismo. Cuanto más amplio su ámbito de relación e influencia, mayor su alcance y su dimensión como persona.
La felicidad se da más en aquellos capaces de querer a muchas personas de forma espontánea, sin esfuerzo. Cuando el hombre orienta sus pasiones hacia afuera, ensancha su corazón, trasciende de sí mismo, quiere y se hace querer. Dar cariño auténtica y desinteresadamente es la fórmula perfecta para recibirlo y, con ello, para ser feliz.
¿Qué quiere decir desinteresadamente?
Que no hay un interés personal, individual, egoísta, en nuestros actos de generosidad. ...
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