La buena gestión

Estaba sentado en el despacho del administrador concursal, que se había posicionado entre los administradores asignados por el juzgado en la quiebra de lo que fue mi segunda empresa. Por ley, se habían designado tres administradores, ya que la deuda societaria superaba el millón de euros. Cada administrador representaba una experiencia y formación concreta: había un abogado, un gestor y un economista.

El economista había coordinado el liderazgo del grupo para facilitar las decisiones según sus criterios. A raíz de sus gestiones, me encontraba en su despacho, esperando en el recibidor para tener mi primera entrevista con él.

El despacho se ubicaba en el centro de Barcelona, no muy lejos de la plaza de Cataluña, en un décimo piso. ...

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