1. El triunfo del desequilibrio
Una sociedad desequilibrada, en la que el poder está concentrado en una élite privilegiada, puede ser terreno abonado para la revolución. Las colonias americanas en 1776 lo fueron, como lo fue Rusia a principios del siglo veinte; y como lo son muchos países hoy en día, incluyendo algunos de los llamados democráticos.
El problema de los revoluciones es que normalmente sustituyen una forma de desequilibrio por otra. Cuando quienes se han visto privados de sus derechos alcanzan el poder tienden a conducir a la sociedad a un nuevo extremo. Lenin prometió al pueblo ruso una dictadura del proletariado y, en su lugar, la revolución trajo consigo la dictadura del Partido Comunista ejercida a través del sector público. ...
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