Creer para ver, y no ver para creer
Lo mejor que me ha pasado en mi vida de director de responsabilidad social es mi gente. Es una cosa muy rara, porque en ninguna de las empresas en las que he trabajado he tenido, salvo alguna excepción, la posibilidad de escogerla yo mismo. Casi siempre han sido personas que ya estaban haciendo cosas en otros departamentos y que por evolución de la tarea han acabado conmigo. En otras ocasiones he llegado y he heredado un pequeño grupo de personas. Desde el principio he sido consciente de una cosa: un buen jefe ha de ser capaz, en primero lugar, de sacar a la luz lo mejor de cada persona. Si, además y por el ...