Capítulo 10. Gestión de directivos
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Todo el mundo sabía que pasaba algo. El equipo ejecutivo escaseaba. Las reuniones no se cancelaban, se ignoraban. Olía a reorganización, pero la empresa iba bien. Habíamos cerrado otra ronda de financiación hacía tres meses. Los adjetivos de las reuniones eran positivos, así que ¿dónde estaban los ejecutivos?
Por fin. Una reunión programada apresuradamente con ejecutivos y altos directivos.
"Dejamos marchar al vicepresidente de ingeniería".
¿Mi jefe? ¿Tony? Es... bueno. Yo... no lo entiendo.
En retrospectiva, la desconexión entre mi vicepresidente y el resto de los ejecutivos nunca se explicó claramente, pero entender los tejemanejes de la sala de juntas no es el objetivo de este capítulo. Las dos breves lecciones que no tienen nada que ver con este capítulo son: primero, que te caiga bien tu jefe no significa que juegue limpio con los demás, y segundo, espera sorpresas. Siempre.
Se encontró rápidamente un sustituto sólido. Para los nuevos jefes, Gimley fue una transición fácil. Las luces estaban encendidas. Pronto programó una reunión conmigo y dejó claro que era mi reunión, permitiéndome desahogarme durante 20 minutos. "Desahógate, Rands, estoy aquí para escuchar".
No era una reunión para resolver nada; era un esbozo del terreno de juego en la empresa. Una toma de contacto de alto nivel. Gimley no dijo mucho, asintió mucho, pero ...
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