48   Calígula: el final de un directivo-payaso
  
  
  

El citado Calígula no había sido, como acabamos de ver, un ejemplo de buen gobernante. En el capítulo anterior he detallado los comportamientos erráticos, o criminales, que había reiterado prácticamente desde su nombramiento como emperador. Sus relaciones con Tiberio habían sido atroces, sobre todo al filtrarse –con visos de verosimilitud– que había participado en el asesinato de dos parientes. Más adelante, cuando Tiberio se trasladó a Capri, pareció recomponerse el trato. Poco antes de fallecer, en el 37, Tiberio –como ya he dicho– dio indicaciones de que el Imperio debía ser gobernado de forma conjunta por Calígula y por Tiberio Gemelo.

Poco duró el propósito, pues Calígula se deshizo ...

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