1. Emprender, consolidar
Lo primero es ser, existir. Lo importante es el sustantivo: empresa; el adjetivo –familiar– es secundario. Más allá de legítimas ensoñaciones, que pueden ser un poderoso estímulo, deben ser pocos los emprendedores que se lanzan a montar un negocio después de decidir: «voy a crear una empresa familiar», aunque para sacarlo adelante cuenten con el trabajo y/o el capital de algún pariente.
Lo habitual es que el emprendedor busque una oportunidad (o sepa aprovechar la que le sale al paso) de cubrir una necesidad del mercado hasta entonces insatisfecha. O bien que se vea capaz de hacerlo de una manera más eficiente o barata, quizá aportando una nueva tecnología o usando de un modo distinto una que ya existía [1].
En todo ...
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