Prólogo
Hace unos años, estuve en Ámsterdam para la Dockercon Europe y conocí a un británico muy entusiasta con acento del norte, Jamie Dobson. Parecía dirigir una empresa en Holanda, pero no estaba nada claro a qué se dedicaban. Un poco más tarde, esa empresa se convirtió en Container Solutions y se expandió a Londres, y seguí encontrándome con Jamie, Pini Reznik y Adrian Mouat (y finalmente con Anne Currie) en otras conferencias. Entonces, al equipo de Container Solutions se le ocurrió la loca idea de organizar una conferencia en un almacén portuario de Ámsterdam, en la que se mezclara el software con una especie de Burning Man. Se llamó Software Circus.
Fuera había un robot de nueve metros de altura que escupía fuego llamado Kevin1 y un cerdo entero asado en un asador para comer. Fui la oradora principal de apertura, aunque no tenía ni idea de quién vendría ni de qué querrían oír. Acudieron más de 400 personas, e improvisé la charla sin diapositivas, conté historias, recibí sugerencias del público, y el feed de Twitter proyectado se convirtió en un eficaz sustituto crowdsourced de una presentación. Después, Kelsey Hightower, que iba a dar el discurso de apertura del segundo día, me dijo que nunca se le había ocurrido dar una charla sin diapositivas, pero que ahora se sentía inspirado para intentarlo. Kelsey dio una charla sobre la programación de contenedores mientras se mostraba jugando al Tetris. Fue una de las conferencias más memorables a las que he asistido, pero no había ...